¿Recuerdas aquellas balanzas,
en las que jugábamos de niños?
Se inclinaban de acuerdo al peso
y a la fuerza de la otra parte;
y para alcanzar el equilibrio,
se hacía necesaria una fuerza,
igual y equitativa en ambas partes.
Este mismo principio,
es el que hay que poner en práctica
en tu relación de pareja,
pues se requiere que ambos,
cedan un poquito cada uno,
hasta encontrar el equilibrio.
Es un bello ejercicio
de amor y decisión.