Caminaba por las calles de mi barrio,
y al pasar por una casa para ancianos,
me partió el alma ver a un hombre mayor,
que sentado frente a la ventana
que daba a la calle,
repetía en voz alta, una y otra vez...
¡vuelvan... vuelvan....!
Y tal vez me impactó tanto,
porque comprendí
su situación de tristeza,
de soledad, abandono e impotencia...
Tengamos en cuenta los sentimientos,
circunstancias y situaciones
de nuestros seres queridos,
que por la edad están en desventaja;
pero que ayer,
fueron nuestro mayor soporte.