¿Me siento mal,
triste o desanimado?

En cualquier caso,
es hora de ir a hablar con Dios
y contarle lo que me pasa,
aunque Él ya lo sabe.
Sin embargo, es maravilloso
tener la confianza,
para hablarle abiertamente
de mis sentimientos y situaciones;
para pedir su guía y ayuda,
con la certeza absoluta,
de que me va a ayudar.

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