Lo que se empieza con Dios,
se termina con Dios

Padre: desde que existo,
sólo recuerdo con certeza una sensación:
tu presencia Señor, siempre en mí.
Así es que hoy, como ayer,
me pongo en tus manos y te doy gracias,
por permitirme tocar tantos corazones,
al ser mensajera de tu amor.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *