¡Misión cumplida!

Padre amado...
gracias por la fuerza de tu espíritu,
que me alentó en los tiempos difíciles;
por la fuerza de tu amor,
que me invadió en los tiempos de alegría;
y por la fuerza de tu confianza,
que me brindó el honor de ser tu lápiz,
y de impregnarme,
con la sabiduría que hay en tus letras.
Aquí sigo Señor,
dispuesta a recorrer,
el camino que dispongas.

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