Interferir no hace parte del fluir

Ten presente, que fluir es dejarte llevar.
Así es que cuando te encuentras
en el medio de un proceso
que requiere que sueltes algo,
y retomas el control de la situación
siguiendo tus nuevas y brillantes ideas,
interfieres y dejas de fluir.
Es lo mismo que entregar el balón,
y volverlo a tomar;
entregarle el problema a Dios,
y volverlo a tomar.
Fluir requiere de un acto de abandono,
y eso sólo se puede lograr,
cuando hay plena confianza en Dios
y en su plan divino.

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