He aquí el lápiz...
dispuesto a escribir lo que tu mano dicta
Al leer estas líneas tal vez asumas,
que quien las escribe soy yo,
cuando tan sólo soy
un instrumento del amor de Dios.
Cada mañana al iniciar el día,
y disponerme a ser ese instrumento,
cierro mis ojos y digo:
“Padre, aquí estoy;
¿qué puedo hacer por ti hoy?"
Visualizo cómo mi energía sale,
y se coloca al lado, atenta a los detalles;
y continúo...
"He aquí el lápiz, (y me ofrezco)
dispuesto a escribir lo que tu mano dicta".
Y entonces simplemente,
Él dicta... y yo escribo.