Generalmente las situaciones nos lastiman sin intención alguna de nadie

La cuestión es que a veces,
son más grandes las heridas
que causa el resentimiento,
la rabia, el odio y la furia que sentimos,
que las mismas heridas
provocadas por lo sucedido.
Estamos tan acostumbrados
a encontrar culpables en los demás,
que a darnos cuenta de que ambas partes,
son responsables de lo que sucede.
Comprender con el corazón, no con la mente,
permite ponernos en los zapatos del otro,
y de esta forma, verificar intenciones,
para finalmente comprender,
que no hubo mala intención,
ni deseo alguno de causar daño;
sino que fue la ignorancia
y falta de amor de ambas partes,
la que lo propició.

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