Aún recuerdo cuando era pequeña,
y corría llorando en busca de mi mamá,
porque me había caído
y raspado la rodilla...
Ella me acogía entre sus brazos,
soplaba mi herida y me decía...
“Sana que sana, heridita de rana,
si no sana hoy, sanará mañana”
y yo feliz, sonreía olvidándolo todo.
Así es, el amor es el mejor remedio,
para el alma, para el corazón
y para el cuerpo.
Un abrazo, una palabra de apoyo,
una mano amiga, una sonrisa,
un aquí estoy, cuenta conmigo...
hará que cualquiera se sienta mejor.