Padre,
gracias por las pruebas que me das,
por la soledad que me acompaña,
por la tristeza, el dolor y la decepción,
que me permite comprender,
que soy frágil y vulnerable.
Gracias por darme esta sensibilidad,
que en ocasiones hace que todo lo anterior,
se sienta más fuerte de lo que es;
sumiéndome en el vacío,
sin saber qué hacer.
Gracias Padre,
por darme tantas oportunidades
para comprender,
para aceptar, para confiar,
y para volcarme en ti,
como la única fuente,
del apoyo y el amor de siempre.