Cuando te sientas triste, acongojado
y dominado por esa aflicción,
que parece aplastarte,
impidiéndote continuar la vida...
comienza a agradecer.
¡Gracias Padre, gracias, gracias, gracias!
Gracias por sentirme como me siento,
por no saber qué hacer,
por tenerte conmigo,
por darme la fuerza que necesito,
porque ya me siento mejor...
¡Gracias Padre, gracias!