En mi recorrido por la vida,
he elegido resolver las cosas,
a través del amor
y lo más pronto posible;
con el fin de no guardar ofensas,
o la necesidad de dar o pedir perdón.
Cuando sentimos,
sólo sentimos, no pensamos.
Comprender,
con el corazón y no con la mente,
hace todo tan claro, evidente y simple,
que cualquier ofensa,
se desvanece por completo.
De manera que al no haber ofensa,
no es necesario el perdón.