El preocuparnos tanto por todo...
contamina nuestra calidad de vida interior,
desarmonizándonos, desequilibrándonos,
amargándonos, complicándonos,
y desgastándonos innecesariamente;
cuando todo es más sencillo
de lo que parece.
Observa el equilibrio de la creación,
que fluye en armonía;
y haz lo mismo.
Observar la creación,
me lleva a preguntarme...
¿Si fuimos creados a imagen
y semejanza de Dios,
por qué hacemos daño
y peor aún, nos hacemos daño?
Observa la naturaleza y su creación,
porque nadie, a excepción del hombre,
la puede destruir.
¿Será acaso ese,
el propósito de nuestro existir?
¿Destruir... en lugar de construir?
Cuando escuchas la radio,
sabes que cada emisora se encuentra,
en una frecuencia determinada,
que tú eliges y escuchas,
de acuerdo a tus intereses,
influenciados muchas veces,
por cómo te sientes en el momento.
Lo mismo sucede en las relaciones,
donde tú y las personas que te rodean,
pueden cambiar su forma de ver las cosas,
cambiar su frecuencia vibratoria,
y ya no coincidir entre sí.
Tenlo en cuenta,
para cuando sientas que ya no coincides,
con lo que antes coincidías.
Hay momentos en la vida,
en los que la prioridad,
debes ser tú mismo;
ya que retomar tu paz interior,
contribuirá grandemente,
a tu bienestar y armonía.
Así es, que si se hace necesario,
no dudes en desconectarte de todo,
para alcanzarla.
Apaga computador, celular,
teléfonos, y relájate;
es tiempo de recuperarte,
disfrutando de un tiempo
y un espacio solo para ti.
Para que cuando estés en proceso,
de alcanzar tus objetivos,
estos no se desvíen,
resultando al final en otra cosa.
Con el fin de evaluar su desarrollo,
pregúntate una vez más:
¿Qué es lo que realmente quiero?
¿Por qué y para qué lo quiero?
Después de hacerlo,
confirma si lo que estás haciendo,
corresponde a lo que quieres;
y con base en respuestas y resultados,
haz los ajustes necesarios.