Las situaciones, las circunstancias,
las emociones, los pensamientos...
todo está siempre en continuo cambio,
hoy es de una forma
y mañana de otra muy diferente;
y ni hablar de las personas que nos rodean,
que hoy están y mañana quizás no.
Si todo es tan relativo,
tal vez podríamos tomarlo
como algo pasajero,
y no como un absoluto permanente,
que cuando deja de ser,
nos afecta profundamente,
derrumbando todo aquello
en lo que creíamos.