Somos como vasijas de barro

Perfectos...
en nuestra propia imperfección;
burdos y en proceso de formación,
frágiles, vulnerables y propensos a caer,
a rompernos, repararnos
y volvernos a caer.
Sin embargo,
como toda creación,
al ser fruto del amor,
en manos del Creador,
puede llegar a alcanzar
su máxima perfección.

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