Siguiendo mi corazón

Siguiendo mi corazón

"El camino en la búsqueda de cumplir los sueños

está lleno de retos y también de alegrías"

Desde niña, siempre me pregunté, si existirían Escuelas para aprender a vivir… La vida parecía difícil y llena de inesperadas situaciones, que como mínimo, requerían de un manual de instrucciones; manual que paradójicamente, nadie traía consigo.

Enfrentarme a la cruda realidad, de que no existían Escuelas para aprender a vivir; me lanzo al ruedo, sin saber torear. Mi inexperiencia ante las situaciones que tenia que enfrentar, me llevaba de golpe en golpe y de caída en caída, con un único objetivo: sobrevivir y no dejarme vencer por la adversidad.

Me enfrenté al dolor y al sufrimiento, que se convirtió en mi mayor maestro. Conocí el engaño, la infidelidad y la traición que el desamor sembró; mientras la tristeza, hacía nido en mi corazón.

Vivir se convirtió en mi mayor pesadilla; y morir… en la recurrente invitación, que me liberaría de la vida. Me aferré a Dios y a cuanto recurso encontré en mi camino, con tal de no sucumbir. Logré sobrevivir, a aquellos primeros años.

Cuando cumplí 40 años, sentí en mi interior, que ya había hecho lo que tenía que hacer; y que de ahí en adelante, podría darme el lujo, de hacer lo que quisiera hacer… Así que, sin pensarlo mucho, decidí dejar mi trabajo como administradora de empresas, para dedicarme a lo que siempre había querido: ser asesora de vida.

Inconscientemente seguía mi corazón, que por aquel entonces no estaba aún muy claro. Sin embargo, mi búsqueda por la verdad era clara; aunque con infinidad de preguntas, que esperaban respuesta. Mi corazón necesitaba sanar; y aunque EL AMOR era mi esencia, requería de una expansión de mi consciencia, para “aprender a vivir”.

A esto me dediqué los últimos 26 años de mi vida.
Lo que al principio inició, como una simple orientación personalizada, se fue convirtiendo en mi anhelada Escuela para aprender a vivir; que no pretendía más, que ayudarme a darle sentido a mi vida. Lo que al principio hice, pensando en ayudarte, terminó ayudándome a mí; y lo que pretendía darle sentido a tu vida, terminó dándosela a la mía.

Hoy comprendo que la Escuela para aprender a vivir fue creada para mí. Que yo la necesitaba más, que el aire que respiro; y que lo que en un principio pensé, era vital para millones de personas como yo, resultó ser, mi más importante misión de vida.

Compartiré contigo, 26, de las innumerables lecciones que he aprendido a lo largo de estos años. Sabiendo, que si evaluáramos lo vivido, en términos de costo-beneficio, confirmaríamos, que el costo ha sido nada, frente a la infinidad de beneficios recibidos; no sólo en enseñanzas, sino en satisfacciones; y sobre todo, en la gran transformación que ha tenido mi vida.

Aprendizaje año #1

Aprendí a seguir mi corazón

Al iniciar este camino, no me sentía capaz de hacerlo sola, tampoco sabía cómo hacerlo; así es que invité a Dios a ser mi socio y le dije: “- Padre, hagámoslo junticos; seamos socios, tú serás la cabeza y yo las manos”. Desde entonces hemos construido juntos, cada instante de estos 26 años.

Aprendizaje año #2

Aprendí a abrirme a nuevos proyectos

Comprendí, que no siempre la idea inicial, es la idea final. Que con el tiempo, se van aclarando las cosas y van madurando las ideas; fluir con ellas y seguir su evolución natural, me ha llevado, a realizar cosas que jamás imaginé.

Aprendizaje año #3

Aprendí a no programar y a lanzarme al vacío de lo desconocido

Siempre he sido una persona meticulosa y organizada, que en aquellos primeros años hubiera querido programar todo, para que resultara perfecto. Sin embargo, la vida me fue enseñando a “soltar el control”, a confiar en la providencia y a lanzarme muchas veces al vacío, en alas de la fe y la esperanza.

Aprendizaje año #4

Aprendí a adaptarme al cambio

Las circunstancias y en especial la necesidad de sobrevivir para cumplir mi propósito, me invitaban a buscar nuevos caminos, como estrategia para poder avanzar. Caminos, que me forzaban al cambio y como consecuencia, a adaptarme a las nuevas circunstancias que iniciaban, o que simplemente debía dejar atrás. ¡No fue fácil! La tendencia a oponer resistencia, siempre se hacía presente. Sin embargo, los resultados me fueron convenciendo, de que fluir y adaptarme a lo que fuera llegando, era lo mejor.

Aprendizaje año #5

Aprendí que todo tiene una razón y un propósito

Quería entenderlo todo, especialmente lo que no tenía sentido para mí.
Con el tiempo comprendí, que no podía entenderlo todo; y me abandoné en la profunda convicción, en que todo sucede por una razón y con un propósito, aunque yo no lo entienda en el momento. Desde entonces me sostengo en esta confianza, que lo hace todo más llevadero.

Aprendizaje año #6

Aprendí a seguir mis sueños

Seguía con el anhelo de esa Escuela para aprender a vivir que no existía, y que yo sentía vital. Así que en vista de que no existía, me lancé a crearla; convencida de que el 99% de la gente la necesitaba para vivir mejor, para relacionarse mejor, para comunicarse mejor y sobre todo, para manejar mejor las situaciones de la vida, que por no saber manejar, nos causan dolor y sufrimiento. No sabía que la alumna sería yo, y mucho menos, que creaba la Escuela, porque quien necesitaba desesperadamente aprender a vivir… era YO.

Aprendizaje año #7

Aprendí a compartir

Comprendí que cualquier cosa que poseas, mientras la mantengas guardada, es como si no la tuvieras. Sin embargo, cuando lo compartes, no sólo se vuelve valiosa, sino que brinda felicidad a quien la da y a quien la recibe.

Aprendizaje año #8

Aprendí a confiar mucho más en mí y sobre todo a dejarme llevar por mi ser interno.

Desarrollar la atención y la observación, es uno de los retos de todo guerrero espiritual.
En mi caso personal, su práctica, me permitió ser consciente de la constante presencia de mi voz interior… consciencia o guía interior, que no sólo me orientaba, sino me enseñaba sobre infinidad de cosas. Confiar en esa valiosa ayuda y sobre todo, ser obediente a ella, me ha ayudado a comprender y manejar mejor las situaciones que se me presentan.

Aprendizaje año #9

Aprendí que hay que comprender para aprender.

Como comenté al principio, querer entenderlo todo, siempre fue una de mis necesidades. Sin embargo, la vida es sabia y con el tiempo me fue enseñando, que una cosa es entender y otra muy diferente “comprender”.

Entender, es un proceso mucho más mental, que te permite tener claridad sobre algo; mientras que “comprender”, es algo más personal, más vivido y profundo, que se logra más con el corazón que con la mente. Es algo maravilloso, aunque difícil de explicar, ya que no sólo brinda una claridad increíble, sino que esa claridad está sostenida en la convicción, que la misma experiencia brinda; algo así como ponerte en los zapatos del otro y vivirlo desde tu interior, comprendiendo todo tan amplia y profundamente, que no hay palabras para describirlo, ya que deja en tu interior una sensación tan completa, que en realidad lo contiene todo.

Experimentar esto me llevo a concluir, que cuando comprendemos algo con esa total claridad y comprensión, valga la redundancia, se aprende; y “aprender” no es otra cosa, que integrar lo que has logrado comprender, a tu ser.

Aprendizaje año #10

Aprendí que hay límites que no se deben traspasar.

En el camino espiritual como en el camino de la vida, existen los opuestos: el bien y el mal; lo que en alguna medida nos lleva a la búsqueda del equilibrio que todos anhelamos. Sin embargo, y a pesar de conocer “algo” sobre la existencia del bien y del mal, enfrentarme a ciertas e inusuales situaciones, fue lo que me llevó a comprender que hay límites que es mejor no traspasar.

ESTA FUE MI EXPERIENCIA:
Me disponía a realizar una regresión, cuando la persona en cuestión me comentó, que tenía información de una vida previa, en la que le había vendido “el alma” al diablo… En mi total ignorancia pensé, que como esto había sucedido en un momento diferente de la existencia, no tendría importancia, y me dispuse a iniciar el proceso de regresión.
Cabe anotar, que en todo proceso de regresión, se están abriendo y tocando los registros “del alma”; que son los que contienen la información, sobre todo lo vivido en los diferentes momentos de la existencia.

Para resumir la historia te contaré, que fue imposible realizar la regresión; durante el intento, me vi envuelta en una energía densa y desagradable, que me hizo sentir extremadamente mal; obligándome a suspender el procedimiento. La experiencia me llevó a comprender, que estaba vetado para mí, el acceso a los registros de esta alma en particular.

Lo que en aquel momento supe y ahora sé, es que la experiencia fue en extremo fuerte y difícil de experimentar y sobre todo, difícil de explicar; que debo estar muy protegida por el Universo, ya que gracias a Dios logré manejarla y superarla con bien; que me tomó cerca de 12 horas equilibrarme de nuevo; y algo más que me sorprendió muchísimo, que a pesar de que pedí ayuda a las personas cercanas, que creí podían ver lo mal que me encontraba, por lo que estaba viviendo; ellos me veían bien, incluso mejor que nunca.
La verdad es, que no sé ni cómo llegué a mi casa… tuve que aislarme, para meditar y acogerme a Dios, hasta que logré liberarme de esa fuerte energía y recuperar el equilibrio perdido.

Aquel día comprendí que hay límites, que por ahora y bajo estas circunstancias humanas, no debo traspasar jamás; que el alma es algo muy sagrado, y que al parecer los pactos y más cuando se tratan del alma, son eternos y deben respetarse; y que uno no debe meterse en terrenos desconocidos y mucho menos, cuando se trata de fuerzas opuestas a la vibración de uno.

Aprendizaje año #11

Aprendí a no exponerme a la oscuridad.

¡De nuevo la ignorancia me hacía temeraria!
En aquella ocasión, el deseo de proteger a alguien, afectado por energías oscuras, que iban en contra de su libre albedrío; me llevó de nuevo a incursionar en un terreno peligroso y desconocido, que hoy en día prefiero respetar y mantener al margen.
Lo que en una primera instancia, se trató de la protección de un inocente, poco a poco se convirtió, en una gran lucha de poder entre el bien y el mal; lucha de poder que fue escalando jerarquías, en donde mi grupo y yo, aunque sólo pretendíamos proteger, acabamos siendo fuertemente afectadas; a tal punto, que nuestro grupo fue disuelto, mi casa, yo y las personas cercanas fueron fuertemente afectadas, y de no ser por la gran ayuda de Dios, por lo menos yo… habría podido ser destruida.

Comprender esta difícil experiencia por la que muchos de nosotros pasamos, al creer que el mal pueda hacernos daño; lo único que hace, es abrirle las puertas a ese tipo de energías, que no pueden acceder a nosotros, a menos que nosotros mismos lo permitamos. Y es así como las creencias y el temor, nos hacen vulnerables a ellas, permitiendo su entrada.
Y aquí vale aclarar, que la energía es una; y que del uso que le demos, depende que esta sea buena o mala, constructiva o destructiva. El fuego no es malo ni bueno, simplemente es fuego; sin embargo, de su uso depende, que sea bueno o malo, al calentar o al matar.

¡Tocar fondo, fue lo que me salvó! Hasta aquel momento, aunque me había refugiado al 100% en Dios, en su amor y en su luz, aún no era consciente del poder que había en mí. Poder para rechazar lo que no vibraba conmigo, y poder para atraer, lo que realmente quería y necesitaba.
La solución, fue más fruto de la desesperación que de la consciencia; ver a mi hija desconsolada e impotente ante las circunstancias, fue lo que activó realmente en mí, esa conexión que todos tenemos con Dios, llevándome a la convicción absoluta, de que mientras Dios esté conmigo, nadie podrá contra mí; porque mi fuerza y mi poder radican, precisamente en Dios.

A partir de ese momento, comprendí que de mí, de mis creencias y mis temores depende todo. Sé que las energías negativas existen, pero también sé, que de mí depende la vibración que elija; y elijo vivir en la vibración del bien, del amor y de la claridad que brinda la sabiduría. Así es que, sí; la gente puede recurrir a ese tipo de energías para interferir en nuestro libre albedrío; pero de mí depende elegir, si acepto que esas energías entren a mi campo individual o no; que de mí depende darles cabida y poder; que de mí depende, vibrar el el amor o en el desamor, en el temor o en el bienestar y la paz.
Por lo tanto, desde entonces, he cerrado permanentemente, las puertas por donde pueden entrar. Esas puertas son: CREER y TEMER en que pueden hacerme daño.
¡Si Dios es conmigo, NADA ni NADIE contra mí!

Aprendizaje año #12

Sigo intentando no darme por vencida.

Podría decir… que aprendí a no darme por vencida; pero siendo honesta conmigo misma y contigo, te diré, que el valor para continuar con algo que te importa, no es el fruto de un aprendizaje, sino de una convicción que emana de tu corazón y que te hace intentarlo una y otra vez, con la esperanza de lograrlo en algún momento de tu existir.

No darme por vencida es y ha sido siempre, parte de mi naturaleza guerrera y aventurera que no se rinde, a pesar de la infinidad de ocasiones, en que se ha sentido sin fuerzas para continuar. Quizás sea el reflejo de las enseñanzas que me inculcaron de niña, con frases como: “El que no espera vencer está vencido” o “uno no se puede dar por vencido antes de la batalla.” En todo caso, parece que toco fondo una y otra vez; y como el ave fénix, renazco de las cenizas.
Sólo espero tener la fuerza suficiente, para no dejarme vencer la próxima vez!!!

Aprendizaje año #13

Aprendí a hacer mi parte.

En este camino que elegí, y supongo suceda igual en todos los caminos que impliquen la transfromación de otros; se hace lo que se pueda. Al principio me cuestionaba y me daba duro, tratando de comprender la naturaleza humana y sobre todo mi propio papel, como instrumento del amor de Dios, frente a los resultados que percibía y que no dependían de mis esfuerzos.
Así es que comprender que soy simplemente el lápiz en la mano que escribe; o el mensajero que entrega el mensaje, me ha ayudado a no sentirme mal ni frustrada, frente a los resultados; ya que no dependen de mí.

Aprendizaje año #14

Aprendí a descubrir la sabiduría contenida en lo sencillo.

Desde el inicio de este camino, sabía que la sabiduría que anhelaba, se encontraba dentro y no fuera de mí. Así es que desde el primer día, me enfoqué en estar atenta, observando y observándome interior y exteriormente. Había acordado con Dios que seríamos socios, y saber que Él sería la cabeza y yo las manos, me daba mucha tranquilidad; más aún, después de mi primera lección que decía:
“Simplifica, simplifica, todo es más sencillo de lo que parece.”

Aprendizaje año #15

Aprendí a romper esquemas mentales y abrirme a lo desconocido.

Este año fue muy importante, pues tenía mis reservas frente a la posibilidad de lanzarnos a compartir nuestros mensajes por Internet, en especial en redes sociales. Fue un gran reto para mí, ya que tuve que romper con mis prevenciones y condicionamientos mentales, con el fin de abrir la posibilidad de llegar a más personas.
En este año 2009, hace ya 12 años, nació la Escuela Virtual, con nuestras herramientas diarias y la publicación de algunos libros y material de audio que empezamos a compartir.

Aprendizaje año #16

Aprendí a ser el lápiz en las manos de Dios.

Escribir las Herramientas diarias, me permitió ser el lápiz en las manos de Dios; algo no sólo maravilloso, sino sorprendente, pues al ser yo la primera en recibir la información, también debía ser yo, la primera en ponerla en práctica; lo que no siempre era fácil.
Me llevó algo de tiempo, comprender la función de un buen lápiz, ya que para ser un buen instrumento, era indispensable: por un lado, despojarme de mí; y por el otro, estar muy atenta y pendiente de la enseñanza que recibía, para poder aprenderla.
Ser obediente, creo que ha sido el área, en la que he tenido mi mejor desempeño; pues los lápices no piensan, sólo escriben lo que la mano dicta, sin cuestionar, interpretar, modificar o replantear nada. Así es que cuando me disponía a ser lápiz, sólo escribía y escribía. Con el tiempo fui comprendiendo, que había un tiempo para recibir la información y un tiempo para revisarla y hacer ajustes. ¡Una maravillosa experiencia!

Te invito a conocer la vida de un lápiz, no sólo es hermosa, sino que puede ilustrarte, sobre tu papel en la vida.
Leer la vida de un lápiz.

Aprendizaje año #17

Aprendí a ser obediente a mi ser interno.

Ser obediente creo yo, es uno de los aspectos más difíciles de alcanzar para el ser humano, que a lo largo de su historia, se ha visto expuesto a sufrir las consecuencias de la famosa desobediencia… Ya sabes: la manzana, la serpiente, Adán y Eva, la expulsión del paraíso y toda esa historia que bien sabemos.

Así que para mí, ser obediente, fue más una elección que un aprendizaje. Elección, que se manifestaba con confianza y mansedumbre, al escuchar mi voz interior, que la mayoría de las veces sonaba absurda y sin sentido; pero que a pesar de ello, obedecía, conforme a lo que se me indicaba.

Al principio fue un gran reto, ya que mi mente racional me cuestionaba, con ese: - Cómo voy a decirle eso, a esta persona?
Recuerdo oponer resistencia y negarme interiormente, a decir lo que mi corazón quería; sin embargo, recuerdo también, que la fuerza interior que me movía, prácticamente me obligaba a decirlo; y que al hacerlo, para mi gran sorpresa y la sorpresa de la otra persona, todo encajaba como anillo al dedo.

Poco a poco, esto me llevo a fluir en forma natural, con ese sentir interior tan acertado; de manera que ser obediente a mi voz interior, se volvió la mejor de las guías en mi camino. Sin embargo, no todo fue fácil ni color de rosa, ya que cuando esporádicamente me rebelaba y no obedecía, sus consecuencias volvían rápidamente a encaminarme.
En realidad, ser obediente a mi ser interior, me llevó a ser fiel conmigo misma; uno de los logros más importantes, que he tenido en la vida.

Aprendizaje año #18

Ser constante y perseverante, me ha mantenido tras el logro de mis objetivos.

A lo largo de los años he comprendido, que las cosas que verdaderamente tienen valor e importancia para uno, no siempre resultan fáciles de alcanzar y mucho menos de conservar. Lo que me ha llevado a agradecer a Dios, a la vida y a la formación que recibí de mis padres, por haber inculcado y cultivado en mí esas maravillosas herramientas; sin ellas, quizás me habría dado por vencida, mucho antes de empezar.

Siempre llamó mi atención, el hecho de que una simple gotica de agua, si es constante y perseverante, puede llegar a perforar una roca. Así es, que al iniciar este camino de transformación personal, uno de mis principales objetivos, fue precisamente ser constante y perseverante, como esa gotica de agua.

¡El camino no ha sido fácil! Generar transformación y más en el ser humano no es nada fácil, lo sé; pero tampoco es imposible. Así es que en esta pequeña esperanza, he encontrado la fuerza, que me mantiene, tras el logro de este gran e importante objetivo: LOGRAR UNA TRANSFORMACIÓN.

Aprendizaje año #19

Aprendí a cultivar, la característica de "prever".

Prever, ha sido un rasgo natural, que me lleva a anticipar posibles escenarios, con el fin de tener a mano, posibles soluciones. Así que a lo largo de los años, me fui entrenando en el desarrollo de este aspecto, quizás con el objetivo de tener a tiempo, el material necesario para cumplir mi misión.

Lo interesante, es que en este camino, una cosa me ha llevado a otra y esta a otra más, en un sinfín de enlaces, en donde todo es necesario, complementario y perfecto. Ha sido como armar un rompecabezas, en donde cada una de sus piezas va encajando perfectamente, para demostrar que aquello que no tenia sentido alguno, al completarse, es perfecto y tiene su razón de ser.

Aprendizaje año #20

Aprendí a ser fiel conmigo misma.

En diferentes momentos de la vida, me vi envuelta en el caos y la confusión que generaba en mí, el pensar una cosa, sentir otra y hacer otra; me hacía sentir totalmente dividida, fragmentada en pedazos, sin lograr realmente ser consecuente con lo que quería.
A partir de entonces, decidí seguir mi corazón; y aquí aclaro, mi corazón; no mis emociones; porque cuando mi corazón está en sincronía con mi espíritu, es guiado por mi alma; mientras que al dar rienda suelta a mis emociones, permito que ellas sean guiadas por mis deseos e intereses, que la mayoría de las veces no tienen fundamento alguno.

Con el paso del tiempo comprendí, que para poder ser fiel con algo o con alguien, primero debía ser fiel conmigo misma; y ese ser fiel con uno mismo se logra, cuando lo que se piensa, es igual a lo que se siente e igual a lo que se hace.

Aprendizaje año #21

Aprendí a no dejar de intentarlo.

Mi alma aventurera y guerrera, no se da por vencida fácilmente; así es que ante los obstáculos y desafíos cotidianos, el único recurso posible, es volver a intentarlo; de ser posible, siempre de una manera diferente.

Lo interesante de esta posición, es que me ha permitido comprobar la versatilidad, el ingenio, la creatividad y la capacidad de innovación que hay en cada uno de nosotros. Además, es increíble ver, la cantidad de contenido que existe en una simple idea, que al profundizar en ella, se expande y multiplica, mostrándonos infinidad de matices, de posibilidades y opciones por descubrir.

Aprendizaje año #22

Aprendí a cerrar ciclos.

La experiencia me fue mostrando, que la vida está compuesta de etapas, que como el día y la noche, son naturales. Llegan, se presentan, traen sus regalos, florecen y se van; finalizando su ciclo, para dar inicio a uno nuevo.

Comprendí, que cada ciclo representa la totalidad de algo; el cumplimiento de sus posibilidades. Esto quiere decir, que cuando una relación, un trabajo o cualquier situación termina, es porque se completó todo lo que se podía hacer y vivir en ella; por lo tanto, pretender continuar, es un desgaste total.

Aprendí a fluir con cada tiempo; a disfrutar lo que tengo, cuando lo tengo y mientras lo tengo; a agradecer por todo, y a recibir con fe y confianza lo que va llegando, sin proyectarme demasiado hacia lo que fue, ni hacia lo que podrá llegar a ser. Hasta el día de hoy, sigo aprendiendo a situarme, en lo único que tengo y puedo manejar: El aquí y el ahora.

Aprendizaje año #23

Aprendí sobre la fragilidad humana.

Al iniciar este camino, hace 26 años, conocía la fragilidad humana, a través de mi propia fragilidad; sin embargo, con el paso del tiempo fui comprendiendo, que esa fragilidad no es real, que es un espejismo vendido por la mente, para detener nuestro avance; y con él, la posibilidad de desarrollar nuestro verdadero potencial, para llegar a nuestra esencia y descubrir nuestro verdadero poder.

Comprendí, que creemos ser frágiles y vulnerables, porque nuestra mente nos bombardea con falsos argumentos, que destruyen nuestra autoestima. Que en realidad, lo que somos… es poderosos; y que en algún momento de la historia, lo comprobaremos. Que mientras creamos que somos frágiles, lo seremos; y que en la medida en que reconozcamos nuestro poder, seremos poderosos.

Aprendizaje año #24

Aprendí a comprender la adversidad.

Comprendí que en la vida, la adversidad es parte de los contrastes, que como el sol y la lluvia, la alegría o la tristeza, le dan valor y colorido a cada experiencia. En ocasiones me sentí tumbada por la vida, como si me hubiera engañado, al darme gato por liebre. Protesté, refunfuñé, y al final comprendí, que la adversidad no es buena ni mala; que la adversidad es un estado, que simplemente se presenta, con el fin de generar el estímulo adecuado, para desarrollar nuestro potencial; para despertarnos del sueño profundo en el que nos encontramos y hacernos reaccionar.

No ha sido fácil; aún hoy en día, me estremezco ante su presencia. Pero cada día la veo con menos prevención y temor, con menos resistencia y más comprensión. Además, la convicción que he desarrollado a lo largo de los años, en que todo sucede por una razón y con un propósito, me ha ayudado, a abandonarme sin resistirme; a fluir ante cada situación, y en especial, a comprender que eso que veo como adversidad, no es mi enemigo sino mi oportunidad; el enemigo es el temor.

Aprendizaje año #25

Aprendí a desarrollar mi creatividad.

El hecho de que mis “maestros espirituales”, residentes en mi interior; fueran tan pacientes, comprensivos y creativos conmigo, al explicarme la misma idea millones de veces, desde diferentes ángulos, profundidad y perspectiva; posiblemente despertó en mí, no sólo el deseo de seguir su ejemplo; sino la comprensión, acerca de que una idea, teoría, principio o enseñanza, contiene muchísimo más, de lo que a simple vista se puede ver o imaginar.

Así es que a lo largo de los años, la necesidad de crear, se fue haciendo parte vital de la labor que realizamos, y por lo tanto de nuestras vidas. Sin embargo, como ser el lápiz, en la mano que escribe, fue mi debut, en este anhelo que me ha acompañado siempre, de ser un simple instrumento del amor de Dios; jamás imaginé, que pudiera existir creatividad en mí. Fue la necesidad cotidiana de implementar nuevas herramientas de apoyo a nuestra comunidad, la que nos fue llevando, a pensar en diferentes maneras de llegar a ella.

En resumen, jamás imaginé y creo que mi equipo de trabajo tampoco imaginó, que hubiera tanta creatividad en nosotros. A lo largo de estos 26 años hemos hecho de todo, lo hemos intentado todo y sobre todo, lo hemos dado todo, con el infinito amor que nos caracteriza.

Nunca sabemos de lo que somos capaces, hasta que lo hacemos.

Aprendizaje año #26

Aprendí a mantenerme centrada en nuestro propósito de ser.

El año 2020 como bien sabemos, fue un año sin precedente alguno. Un año que nos tomó de sorpresa y en segundos cambio nuestras vidas. Ante tan inesperada situación, nuestro objetivo principal, fue continuar brindando apoyo; no sólo emocional, sino mental y espiritual, a través de nuestros mensajes diarios.

Mantener una actitud positiva, fue unos de nuestros mayores retos y creo que en gran medida lo logramos. Sin embargo, al evaluar la situación y sus consecuencias, hoy en día, un año después; comprobamos que a pesar de nuestros esfuerzos, todos en nuestra comuniad y en el mundo entero, nos hemos visto afectados; de diferentes maneras, pero nos hemos visto afectados.

Comprender que existimos como Escuela, para brindar una guía, que ayude a las personas a vivir mejor, continúa siendo nuestro principal objetivo.

Propósito del año #27

Aprenderemos a tener fe y esperanza, a cultivar la alegría y a apoyarnos los unos a los otros.

Al momento de escribir estas letras, ha pasado casi medio año de este 2021, que nos ha hecho tambalear de nuevo, cuando creíamos habernos levantado del remesón pasado.
La naturaleza humana, nos sorprende de nuevo; percibimos en todos una gran carga; tensión, presión, cansancio y desesperanza; también rabia e insatisfacción. El miedo se ha apoderado de la mayoría, que teme por su vida; sin embargo y paradojicamente, por defender otros ideales, la descuida y expone sin necesidad.

Al parecer, aún no logramos comprender el mensaje que nos trajo la vida, con la pandemia global; seguimos peleando los unos contra los otros, en lugar de unirnos, los unos por los otros. Seguimos sin comprender el valor de lo que no se puede comprar:
la vida, la salud, la paz, el amor; aún no apreciamos lo que significa tenernos los unos a los otros, lo que significa tener una familia y disfrutar con las personas que amamos…

Nuestro propósito, sigue siendo brindar apoyo; sin embargo, con base en las necesidades del momento, que reflejan una gran tirantez y la inminente posibilidad de quebrarnos por dentro, ante la presión y la tensión del medio; consideramos necesario reír, relajarnos y alegrar los corazones, en busca de paz y esperanza para continuar.
¡A este propósito nos dedicaremos!

¿Te gusta nuestro contenido? Compártelo:

Un comentario en «Siguiendo mi corazón»

  • ASI MISMO ES, PONIENDOLE EL CORAZON Y LA PRESENCIA Y GUIA DE DIOS, EN TODO LO QUE HAGAMOS EN LA VIDA, OBTENDREMOS BUENOS RESULTADOS..

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *