Repúblicas independientes

Qué triste,
que teniéndonos los unos a los otros,
prefiramos vivir sumergidos
en nuestra propia burbuja,
marcando territorio
y creando distancias.
Qué triste que hayamos olvidado,
el principio del amor: amar;
y vivamos sumidos en soledad,
ignorándonos los unos a los otros.
Qué triste que estemos ciegos,
que seamos sordos y mancos;
y prefiramos la ignorancia,
como nuestra mejor compañera.

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