No te sueltes
de la mano de Dios...
ni por un instante

Él es tu mejor y más fiel amigo;
quizás el único amigo verdadero.
Siempre te acompaña y nunca te falla;
ni en las buenas, ni en las malas.
Dios te acepta como eres,
te conoce desde siempre;
y te ama tal cual eres.

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