¡La diferencia
está en la actitud!

La diferencia está en la actitud,
y no en lo que nos pasa.
La cuestión es que por ver lo malo,
dejamos de ver lo bueno.
Ejemplo:
Estoy atrasada y en el afán,
me tropiezo y me caigo;
no sólo me lastimo,
sino que rompo mi media.
Mi actitud puede ser enfurecerme
y maldecir por mi mala suerte,
amargándome la vida;
o... por el contrario, decir:
“Gracias a Dios sólo me rompí la media;
pude haberme roto la pierna”.

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