En los últimos años,
fui perdiendo gradualmente la alegría...
Eran tantas y tan seguidas las pruebas
que tenía que enfrentar día a día,
que entre una y otra tormenta,
se refundió la alegría.
Hace poco fui consciente de su ausencia,
y pedí a Dios, la trajera de nuevo a mi vida:
“Padre, extraño tanto la alegría...
la he sentido perdida,
y la quisiera de vuelta;
ayúdame a encontrarla de nuevo”;
y poco a poco, ha ido regresando a mi alma.