Hace muchos años, un hombre,
abatido por las pruebas de la vida,
quiso ahogar sus penas en una cantina.
Sus paredes estaban llenas de grafitis,
y en medio de su desesperación,
su mirada se detuvo en uno de ellos:
“Creí no tener nada...
pero cuando descubrí la esperanza,
comprendí que lo tenía todo”.