Cómo ser felices, sin sucumbir a la locura

¿Cómo ser felices sin sucumbir a la locura?

¡Locura!… Estado de enajenación total, que no sabe diferencial lo real, del espejismo o fruto de la imaginación. Estado diferente a lo “normal”, entre comillas; se supone, representa cordura, sensatez y equilibrio.

Lo que me lleva a pensar en…. ¿quienes son los locos y quienes los cuerdos? Especialmente, cuando este mundo existe por obra y gracia de Dios; ya que es un verdadero milagro, que permanezca en relativo equilibrio, a pesar del caos en el que vive.

Y si ese es el mundo, el Planeta como tal; tan afectado por la acción del hombre… ya te podrás imaginar, lo que es cada persona… donde cada quien se cree un mundo único y especial; donde todos creemos, pensar diferente, querer cosas diferentes y supuestamente ser diferentes; cuando somos tan similares… Pero bueno, eso también es parte de esta gran locura.

Así es que, dentro de este caos personal de emociones, sentimientos, pensamientos y deseos por realizar, es que se desarrolla el milagro de la vida…

Todos necesitando amor, pero sin saber amarnos ni amar a los demás.
Todos anhelando ser felices, dentro de un marco de infelicidad total, alimentado por la preocupación, el miedo, la angustia; y todas las emociones negativas que nos pueden hacer sentir mal.
Todos anhelando lo que no tenemos, sin ver y apreciar lo que tenemos.
Todos perdiendo el tiempo en tonterías, cuando el tiempo es lo único que no se puede recuperar.
Todos temiendo a la muerte… mientras desperdiciamos la vida.
Todos amargándonos la vida sin necesidad.
Qué locura, ¿verdad? Vivimos sin saber vivir… sin saber amar.

Te has preguntado… ¿cómo es posible existir, dentro de tanto caos?

¿Cómo podremos ser felices, sin sucumbir a tanta locura?
Porque yo creo, que Dios debió pensarlo también; y así como lo hizo para cada situación, ¿debió crear una solución, o… no?

¡Sí!, si para desahogar el alma creó las lágrimas; y para que no estuviéramos solos, nos puso a todos en el mismo Planeta, pudiendo haber creado un planeta para cada uno; ¿cómo no crear algo, para que pudiéramos ser felices, sin sucumbir a la locura?

Él ha sido tan travieso, que de pronto escondió la solución, en el mismo lugar que escogió, para esconderse él; en nuestro propio corazón. La cuestión es, ¿cómo encontrar la solución, en un corazón herido, confundido y árido?

Quizás… si pudiéramos aprovechar el tiempo en lugar de perderlo; si disfrutáramos de cada instante, en lugar de desperdiciarlo; si descubriéramos la paz y viviéramos en armonía; si estuviéramos agradecidos en lugar de vivir insatisfechos; si comprendiéramos que somos más parecidos de lo que creemos; y si lográramos amarnos los unos a los otros, en lugar de estar peleando, los unos contra los otros… el corazón se abriría y en él encontraríamos la fórmula para ser felices… sin sucumbir a tanta locura.

¿Te gusta nuestro contenido? Compártelo:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *