Aprende de la experiencia ajena

Capitalizar la experiencia ajena,
no sólo es el mayor acto de inteligencia,
sino la prueba irrefutable,
de un corazón sabio,
dispuesto a aprender sin cuestionar.
De un corazón práctico,
dispuesto a aceptar e implementar,
lo que tiene sentido y razón;
y de un corazón sencillo,
dispuesto a enriquecerse,
con la experiencia ajena.

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