Cierto día,
una joven estudiante de ballet,
preguntó a su maestro...
- Maestro, usted cree que yo podría
llegar a ser primera bailarina?
El maestro la observó por un segundo,
y muy seguro respondió:
- Realmente, no lo creo.
La muchacha totalmente abatida,
regresó a su casa,
colgó sus zapatillas
y nunca más volvió a bailar.
Años después, encontró casualmente
a su antiguo maestro,
y no pudo evitar ir a su encuentro
para preguntarle:
- Maestro disculpe,
pero desde hace muchos años,
he querido preguntarle...
¿Cómo supo que yo no sería
primera bailarina?
El maestro sorprendido respondió:
- No lo supe, es lo que le digo
a todas las bailarinas;
pero lo que si sé,
es que si hubiera tenido
corazón de bailarina,
mis palabras no la habrían detenido.