Mide la magnitud de tus reacciones,
encausando tu mente y tus emociones;
ya que nada es para tanto.
No vale la pena hacerte daño,
y mucho menos, causárselo a los demás,
cuando puedes manejarlo.
Ten presente,
que esto también pasará;
y que es mejor que cuando pase,
no deje un sabor amargo.