Muchas veces dejo de decir lo que pienso,
de expresar lo que siento o de hacer lo que quiero,
por temor al qué dirán o qué pensarán los demás de mí.
Me siento condicionado, limitado,
encapsulado en parámetros que si no cumplo,
me marginan, separándome de los demás.
En el afán de ser aceptado,
¡ya no sé ni quién soy!