Le estoy enseñado a mi nietecita de año y medio,
a saludar a las flores, a las plantas,
al agua, a la tierra y al cielo.
Dios está presente en cada creación,
incluso en los cuadros y paredes de tu casa;
así es que, ¿porqué no saludarlo?
al final de cuentas,
vivimos sumergidos en Él.