La esperanza es el don de saber esperar;
que unido a la terminación anza,
indica una acción implícita de confianza.
Cuando hay esperanza,
hay fe y confianza;
propiciando esa capacidad de espera.
Sin embargo, cuando se deja de creer,
no sólo se pierde esa fe,
sino también esa confianza;
y se abandona la espera,
perdiéndose así la esperanza.