Una buena digestión,
así como una buena vida,
requiere masticar despacio
y hacerlo varias veces,
evitando tragar entero.
Si lo pide tu estómago,
y lo haces para no sentirte mal;
cuánto más habría que hacerlo,
si quien lo pide es tu espíritu.
Cada experiencia, como cada alimento,
necesita de un proceso;
esto significa, masticar bien: procesar;
asimilar: aprender de la experiencia;
y eliminar: desechar lo que no sirve.
¡Hazlo, notarás la diferencia!