¡Ay qué pena... qué pena...!
Suele decir la gente,
cuando has tenido
una atención con ellos,
y en vista de su silencio,
les llamas para confirmar si la recibieron.
Cuando lo elemental
es llamar oportunamente y agradecer,
en lugar de esperar a que llamen,
y tener que pasar por la pena,
de disculpar esa falta de educación.
Tengámoslo en cuenta,
para actuar adecuadamente.