El arte de llorar

El arte de llorar

Llorar… ha sido desde la creación del hombre, una de las más maravillosas ideas de Dios, que sabía… necesitaríamos desahogar el alma.

La cuestión es que a lo largo de los tiempos, se volvió un acto, apto sólo para mujeres; visto como un signo de su debilidad, y por consiguiente, vedado para los hombres; cuando las lágrimas son, como la válvula de la olla de presión, que libera gradualmente la presión, evitando que la olla explote.

En nuestro caso, llorar no sólo desahoga y descongestiona la presión que causan las experiencias que vivimos, llorar también limpia la mente y el corazón, aclarando las cosas y sobre todo, enseñándonos valiosas lecciones; la cuestión es, que hasta para llorar… se necesita saber llorar.

Desde que nacemos y nuestra alma hace contacto con la vida física, el llanto se convierte en la expresión de ese ser, que en esa etapa de la vida, no tiene otra forma de expresarse. Ese llanto, que al principio fue a gritos, con el paso de los años se vuelve silencioso; quizás con el fin de no mostrar debilidad, o de no tener que exponerse a la reacción de los demás, que ante el llanto ajeno se asusta y no sabe que hacer; pero que sí nos dice:
-¡No llore, no llore!, cuando llorar ayuda a liberar tensiones, presiones y emociones.

Las lágrimas al ser un medio acuoso, son el canal ideal para sacar al exterior, las emociones que provocan nuestro llanto, y así poder transformarlas a través de un acto de consciencia sanador, en amor y en gratitud.

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