Jamás perderé la fe en mí.
Recordaré lo vivido...
repasaré los momentos difíciles que he tenido
y recuperaré la confianza perdida.
Si logré superar aquellas pruebas,
lograré superar también estas.
Haré mi cien por ciento,
y abandonaré en Dios,
lo que no está en mis manos.