Caminar,
no solo es desplazarte de un lugar a otro;
sino hacerlo con armonía,
ritmo, balance y equilibrio.
Para hacerlo bien,
tu cuerpo debe estar en buena posición:
1- Alinea pies, rodillas,
caderas, hombros y orejas.
2- Flexiona suavemente las rodillas
descargando el peso en el coxis.
(Esta posición proporciona descanso,
especialmente cuando estás
mucho tiempo de pie.)
3- Pecho de paloma y omoplatos juntos.
4- Cabeza recta, mirada al horizonte
y mentón a nivel.
5- Observa el peso en tu cuerpo,
y distribúyelo proporcionalmente,
enviándolo a la punta de los pies;
si notas tensión en alguna parte,
relaja los músculos y fluye en armonía.
Camina conscientemente,
observando:
1- Que la punta del pie
va primero que el talón,
porque es la parte del pie
que se ubica al frente,
y va al encuentro de lo nuevo.
2- Que el talón es un punto de apoyo,
no de encuentro.
3- Que la planta del pie,
es el contacto directo,
del cuerpo con la tierra;
y contribuye a conectarte a ella.
4- Si tienes la oportunidad
de caminar descalzo en el prado,
hazlo en la mañana
para recargar tu energía;
y al final de la tarde para descargar
la energía negativa y densa del día.
Recuerdo cuando era niña,
y en casa o en el colegio,
nos enseñaban glamour.
Aprender a sentarnos,
a bajar las escaleras,
y caminar en forma balanceada,
era muy importante.
Recuerdo haber colocado
un libro sobre mi cabeza,
mientras repetía:
punta... talón, punta... talón;
hoy en día, el afán en que vivimos,
hace que todo eso se olvide
y acabamos caminando como trogloditas,
talón... punta.. talón... punta.
Obsérvate y confirma esta observación;
porque una buena posición
y un buen caminado,
tienen su razón y su propósito;
quizás brindar balance y equilibrio,
no solo al cuerpo, sino a la forma,
de manejar la vida misma.