Una vez definida la emoción a soltar,
revive la experiencia que la causó,
y mientras lo haces, toma el aire por la nariz,
envolviendo ese sentir en la respiración;
haz una pausa consciente y libérala,
exhalando suavemente por la boca.
Repite el ejercicio, las veces que sea necesario,
hasta que ya no la sientas más.