Recuerda a tu niño interior...
sencillo, alegre, espontáneo, sincero,
entretenido y divertido;
con todo y con nada.
¿Qué tanto de ese niño interior
queda en ti?
¿Conservas aún ese estado
de aventura y reto,
donde el asombro,
ante cada descubrimiento,
era tu compañero...
y el disfrutarlo, tu mayor recompensa?
No pierdas jamás,
la magia de tu niño;
porque sólo a través de su esencia,
llegarás a realizarte a plenitud.